Nacida de madre filipina y padre estadounidense, y criada en las islas de Java y Bali, Sandrayati no recuerda ningún momento en el que no quisiera cantar. Creció en un hogar musical, en una cultura que adora la música en vivo. Sus padres, que trabajan en la protección de los derechos territoriales de los pueblos indígenas, comparten el amor por la música folclórica y las canciones de protesta.
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Sandrayati empezó a escribir canciones originales cuando la familia se trasladó de Indonesia a Filipinas. Fue una época tensa, en la que le costó sobrellevar la repentina agitación. De niña, recuerda cómo le contaba a la gente las diferentes herencias de ella y sus padres. "Decía que mi madre era filipina, mi padre estadounidense y yo indonesia. Y la gente se reía de eso".
Temas similares de identidad corren rápidos y fuertes como las corrientes de un río a través de su disco.
Su voz es diáfana, ligera como una hebra de tela de araña arrancada por el viento, que flota sobre la delicada composición de la canción.
