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En todos los dormitorios comienza a sonar un alarma que los hace salir de donde están, pero al abrir las puertas solo ven absoluta oscuridad, los más atrevidos asoman sus cabezas, para ver el resto de habitaciones, pero no ven nada más.
De repente una luz se ilumina en el centro, revelando una cúpula transparente donde se encuentra Mari, parece estar gritando pidiendo ayuda, pero no se le escucha. Justo después unos focos, separados entre sí, alumbran a unos metros en frente de la cúpula, y otro justo al lado, donde está Monokuma.
Monokuma: Mis queridos alumnos, es el momento de que presenciéis este maravilloso espectáculo, id avanzando todos hacia la luz de los focos, sin miedo, upupupupu.
Poco a poco, todos van caminando, mirándose entre sí con caras de terror e incertidumbre.
Monokuma: Como todos sabéis, la alumna Mari Cider ha incumplido las normas, en reiteradas ocasiones además. Como bien se especifica, incumplir las normas tiene un castigo, así que bienvenidos al...
Castigo de Mari CiderMonokuma: Niña diabólica, no intentes gritar, te has portado muy mal y eso al director Monokuma no le gusta. Pero matarte sería un alivio para ti, así que no hay mayor castigo que ver morir ante tus ojos a alguien a quien quieres upupupupu.
Detrás de la cúpula, se ilumina otra parte, mostrando a Rosado sentado en una silla, maniatado y con la boca tapada con un cinta aislante.
Rosado: ! -intenta hablar mientras intenta soltarse-Monokuma: Pero solo con Rosado sería aburrido, esto no es solo un juego de dos.
Del suelo, salen unos ganchos que van en dirección a alguien.
Es Yuffie. Sin tiempo a que reaccione le meten un calambrazo que la deja aturdida.
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Los ganchos arrastran por el suelo a Yuffie hasta llevarla a otra de las sillas, entonces Monokuma se acerca y la hace volver en sí de dos bofetadas.
Yuffie: ¡¿Qué haces?!
Monokuma: El castigo es mejor si toda las personas a las que Mari quiere están en riesgo, ¿no?
Yuffie: ¡¿pero a mí quererme de qué?! ¡Si me odia!
Monokuma: No, no, no
Monokuma: Y no vais a estar solitas, falta alguien más.
Los ganchos vuelven a salir, y esta vez van en dirección a Zelda, que empieza a correr desperada de vuelta a su dormitorio.
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Justo cuando van a alcanzarla, un fuerte golpe suena.
Patroklos había protegido a Zelda con su escudo y cortado por la mitad el gancho.
Patroklos: Detrás de mí, princesa.
Monokuma: Esta no me la esperaba, el caballero intentando nuevamente proteger a su princesa. Te va a salir igual de mal que la última vez.
Patroklos: Eso está por ver
Patroklos gira su cara y mira a Zelda, sonriéndole. Poco después empiezan a aparecer más ganchos, que va rompiendo uno a uno; cinco, diez, veinte. Patroklos estaba exhausto.
Cuando ya no le quedaban fuerzas aparece un gancho que le agarra por una de las piernas, haciéndole caer de espaldas. Desde el suelo mira una vez más a Zelda, pero esta vez no es una mirada confiada, sino una cara de terror, de terror infantil. Él no dejaba de ser aún un niño.
El gancho lo arrastra hasta una de las sillas y lo maniatan también.
Monokuma: Dejaremos en que te has ofrecido como tributo, que empiece la función.
Monokuma hace una reverencia y la sala se ilumina por completo. Debajo de donde están sentados Rosado, Yuffie y Patroklos hay lo que parece una cinta transportadora. Y a sus espaldas una enorme máquina, llena de cuchillas que se mueven sin parar y que serían capaces de cortar hasta el metal.
Monokuma: Espero que esto os sirva de lección para portaros bien, pero uno de estos tres estudiantes está a punto de ser cortado en filetitos, y quien será es
una decisión vuestra. Deberéis posicionaros delante de una de las sillas, del alumno a quien queréis salvar la vida. Quien menos votos reciba pasará a mejor vida.
Y aseguraros de que Mari lo vea todo bien, tiene una posición en el palco de honor.