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Eiji había estando dándole vueltas a la idea de que alguno de sus compañeros fuese un infiltrado de la organización, pero no creía que ninguno de ellos pudiese ser parte de aquel juego macabro. Claro que tampoco lo había sospechado de Sato...
Eiji: Yo...No lo se. Sato formaba parte de todo esto. Ambos éramos amigos de él y aún así no sospechamos nada... Podría ser cualquiera.- Eiji hace un repaso de todo lo que sabía sobre Sato. Sus gustos, las cosas que no le gustaban, las relaciones con el resto de compañeros, sus afinidades...- Bien podría ser alguien que se llevara muy bien con él como alguien que lo evitase. No tenemos nada para conseguir desenmascarar a quienes nos han encerrado aquí...
Las palabras de Eiji estaban cargadas pesimismo y abatimiento. Por mucho que quisiera salir de allí, no veía la forma de hacerlo sin hacer algo que él no quería. En ese punto, recordó el mecanismo oculto del futbolín y la puerta metálica que descubrieron.
Eiji: La academia está llena de secretos...- murmuró mientras terminaba de mostrar respeto a sus compañeros y se giraba hacía Rojo.- En el futbolín de la sala de estar hay un mecanismo que revela una trampilla llena de ropa y anuarios antiguos. La puerta metálica de la sala de audiovisuales dejó libres a Monomi y Monotaro... Quizá si mantenemos nuestros ojos abiertos podremos encontrar la forma de salir de aquí...o al menos de encontrar quien es el responsable de todo esto.
Eiji, a pesar de estar mental y físicamente agotado, estaba animado por la idea de poder encontrar una salida.
Eiji usa la habilidad instantánea
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