Artículo de opinión sobre la canción Zorra, publicado hoy en Público, unos los principales diarios de Portugal:
O feminismo e a Eurovisão encontram-se num bar.
Como el texto es exclusivo para suscriptores, copio aquí una traducción cutre hecha con Google Translate:
El feminismo y Eurovisión se encuentran en un barMe gustaría que Eurovisión no quedara encantada con el espectáculo Nebulossa. Me gustaría que letras tan pobres y vulgares no se repitieran a gritos como si fueran un himno.
Siempre he oído hablar del Festival da Canção como si fuera un evento mítico. Mis padres, nacidos en 1947 y 1949, vivieron los años dorados del festival y, quizás por eso, nunca renunciaron a él. Ni siquiera cuando el evento parecía ser ignorado por el país dejamos de sentarnos frente al televisor para ver quién representaría a Portugal en Eurovisión cada año. Afortunadamente, la RTP revitalizó el Festival da Canção y, con la victoria de Salvador Sobral, fue como si el país hubiera despertado de un largo sueño. Aún así, créanme, ni siquiera en el pico de la euforia post-victoria llegamos al nivel de las conversaciones sobre Eurovisión de los españoles que, este año, se encuentran en el centro de todas las polémicas.
Y sí, ser polémico es bueno, sobre todo si tenemos en cuenta el formato actual del certamen. Porque, creedme, si el único parámetro evaluado fuera la interpretación vocal de los concursantes, lo mejor sería que España ni siquiera hiciera las maletas para partir hacia Suecia. Pero no sólo de pan vive el hombre, ¿verdad? Y así, cualidades vocales aparte, el dúo encontró visibilidad en la polémica y la canción que presentaron acabó convirtiéndose en un tema nacional (el propio presidente del Gobierno ya se ha pronunciado al respecto y varias asociaciones feministas están recogiendo firmas para intentar impedir el canción ganadora en el Festival de Benidorm por ser representante oficial de España en Eurovisión).
¿Y de dónde viene todo esto? De la letra de la canción, que tiene como título una de las palabras más pesadas del español vernáculo y que exactamente significa “prostituta”, de la manera más grosera y ofensiva posible. Para hacernos una idea, basta pensar que el término “zorra”, palabra que da título a la canción y que se repite decenas de veces a lo largo de la misma, es el insulto más utilizado en los delitos de violencia de género en España (en más de 15.000 casos). En las sentencias relativas a estos delitos, los agresores utilizaron la palabra “zorra”. Curiosamente, la palabra masculina sirve para definir a un hombre astuto, por lo que, en realidad, estamos ante un insulto dirigido exclusivamente a las mujeres.
Mery Bas, la cantante de Nebulossa, ya ha dicho en público que lo que pretendía era precisamente desmitificar la palabra y quitarle peso. En lugar de la habitual connotación negativa, la cantante principal del dúo dice que quiere utilizarlo para empoderar a las mujeres. Pero muchas feministas no están de acuerdo y sostienen que trivializar este grave insulto es trivializar la violencia contra las mujeres. ¿Cómo decirle a una mujer que fue golpeada mientras escuchaba gritos de “eres una zorra” que, después de todo, las palabras pueden servirle para empoderarla? Y la verdad es que alguien lo sabe perfectamente porque, en la traducción oficial al inglés, el término se edulcoró y “zorra”, que literalmente debería traducirse como “puta”, pasó a ser “vixen”, es decir, una mujer sexualmente atractiva, que está lejos de tener la connotación baja y pesada de la palabra española.
Admito desde el principio que la canción me parece de extraordinario mal gusto. Letras de bajo nivel y composición paupérrima, no creo que fuera necesario llegar a este nivel vernáculo para llamar la atención sobre la causa feminista. Y mucho menos creo que sea aceptable tomar una palabra que ha causado y sigue causando dolor a tantas mujeres y luego agregar dos bailarinas en tanga, un juego de luces estroboscópicas y un ajustado mono de cuero y gritar por el empoderamiento femenino.
Tenía razón Laura Berja, ex portavoz socialista en el Congreso español, cuando decía que nadie le da el poder a una mujer cuando la llaman “zorra” porque lo que, en realidad, nos empodera y por lo que todos deberíamos luchar es el fin de uso de la palabra. No se trata de trivializar la palabra, sino de erradicarla, que debe ser nuestra causa común. La palabra es misógina y tenemos que luchar, entre todos, para hacerla desaparecer del imaginario colectivo.
En serio, a veces me pregunto qué pensarían las grandes feministas españolas, como Clara Campoamor y Carmen de Burgos, si, por casualidad, pudieran volver unos días a sus vidas y ver la actuación de Nebulossa y la manera en la que el dúo defiende la normalización de un término ofensivo y profundamente violento.
Clara Campoamor (Madrid, 1888), mi favorita entre las feministas, luchó toda su vida por los derechos de las mujeres, con especial énfasis en el derecho al voto. Y esta lucha supuso el primer discurso ante la Asamblea española pronunciado por una mujer. En este discurso, Clara advirtió que seguir negando a las mujeres el derecho al voto era vulnerar gravemente un derecho que debería ser natural. Y tras este discurso, revolucionario para la época, su propio partido le dio la espalda. Clara no tembló y se convirtió en miembro independiente. Moriría en 1972, exiliada en Suiza y con prohibición de regresar a la España franquista. Pero hasta el final de su vida, Clara luchó por los derechos de las mujeres.
Carmen de Burgos (Almería, 1867), víctima de un marido abusivo e infiel, tuvo el valor de coger a la única hija superviviente de las cuatro que dio a luz y montar una casa para ambas, lejos del marido que dejó atrás. Durante su vida defendió incansablemente el derecho al divorcio y expuso públicamente la disparidad de valores y comportamientos exigidos a hombres y mujeres en la época. Escribió siempre, sin que le dolieran nunca las manos, denunciando las injusticias contra el sexo femenino.
Y ver la historia de estas mujeres gigantes, su lucha, su valentía y sus logros hace que la canción española que compite por Eurovisión se quede aún más pequeña. Porque todavía hay tantas cosas por hacer, tantas cosas por mejorar y tantas luchas por librar, que oír a la gente argumentar que este desfile de vulgaridades es feminismo da ganas de salir corriendo.
Se podrían cantar mil palabras. Se podrían poner música a mil poemas. Pero el país que está a nuestro lado eligió el camino más simple: tomar la palabra que, todos los días, demasiadas mujeres escuchan a gritos mientras sus parejas violentas las maltratan.
La palabra “zorra” no puede idealizarse. La palabra “zorra” se combate.
Porque ninguna mujer es “puta”. Ninguna.
Y me gustaría que Eurovisión no quedara encantada con el espectáculo Nebulossa. Me gustaría que letras tan pobres y vulgares no se repitieran a gritos como si fueran un himno. Me gustaría que la larga lucha de las mujeres no se convirtiera en una muestra de dudoso gusto y completamente sin clases. Las feministas que nos precedieron no se merecen esto. No merecemos esto. Pero los números no engañan y las millones de reproducciones de la canción española en YouTube hacen presagiar lo peor.
No soy ninguna mojigata y estoy lejos de escandalizarme por lo vernáculo. Pero soy una mujer. Y “zorra” nunca será una palabra que me funcione. Zorra nunca será una palabra que nos funcione. Ni a nosotras ni a nuestra causa. Y en ese sentido todavía nos queda mucho por hacer.