Bélgica es un país que me ha sorprendido por varios motivos:
- He ido en coche y, aunque las autopistas son gratuitas, están en un estado bastante deplorable, al igual que las carreteras principales; en cambio, las carreteras secundarias y rurales las he visto bastante más cuidadas.
- El combustible es bastante más caro en las estaciones de servicio de las autopistas; en las afueras de pueblos y ciudades hay gasolineras sin personal, en que solo pudes pagar con tarjeta de crédito y autoservicio, pero que suelen ser unos 12 céntimos por litro más baratas.
- Normalmente, de Pirineos para arriba nos suele llamar la atención la limpieza de calles, jardines, bosques... En el caso de Bélgica, me he encontrado con un país casi tan sucio como el nuestro: la gente escupe por la calle, las ciudades llenas de suciedad por las calles y plazas, y los bosques con latas, botellas de plástico y papeles; los belgas, en general, no me han parecido muy limpios. Ya veis que no hablo de inmigrantes o turistas, si no de los propios habitantes, me he fijado en ese detalle.
- Los belgas no es que sean antipáticos con el turista, pero no es el país más amigable en el que haya estado, pero en general son correctos en el trato, a excepción de lo que ya he comentado del idioma: hablan poco inglés y no se esfuerzan demasiado en que les entiendas, aunque siempre hay excepciones y llevarte la sorpresa de que en una tienda, por ejemplo, la dependienta te hable en un rudimentario español, o te digan "adiós" al marcharte. Me han parecido más serios los flamencos que los valones.
- Entre flamencos y valones no hay prácticamente comunicación, el norte habla flamenco y el sur francés. Viven casi de espaldas unos de otros, y Bruselas, la capital, en teoría es bilingüe, y así se ve oficialmente en los carteles, anuncios, edificios oficiales, bancos, etc., pero en la práctica, en todas partes te hablan francés o inglés. Por cierto, idioma este último que no te hablan casi en otros sitios, te tienes que apañar con el flamenco o el francés.
- El coste de la vida es sólo un poco más caro que en España, o casi igual, aunque claro, si te tomas una cerveza en una terraza de la Grand Place te clavarán, pero eso sucede en todos lados.
- No he visto los típicos centros comerciales que tenemos aquí o en cualquier otro país, pero todas las grandes ciudades tienen una calle, normalmente peatonal y céntrica, repleta de tiendas y comercios, donde aparte de recuerdos y productos típicamente belgas, están marcas de moda como Zara, Stradivarius, H & M, C & A, Levis y muchísimas más. En las afueras de los pueblos suelen haber supermercados Lidl, Aldi y otros parecidos.
- La gastronomía de Bélgica no es muy espectacular; con decir que la comida típica son mejillones con patatas fritas... eso sí, en Bruselas hay infinidad de pequeños restaurantes donde comer. Las cervezas, aparte de numerosas, son excelentes y el famoso chocolate belga es otro placer, pero no me pareció que destacara la cocina en especial, aunque tampoco comimos mal. Lo que sí destacaría son los gofres, son deliciosos y los hacen de cualquier variedad.
- El paisaje es bastante llano, podríamos decir que como mucho, se ven colinas, pero muy boscoso y más rural de lo que esperaba de un país con una gran densidad de población.
- Bélgica tiene una particularidad más: los llamados beffrois o belforts, torres que tuvieron en la Edad Media mucha importancia como almacén de granos, tejidos, depósito de documentos oficiales, banco y sobre todo, campanario, de las cuales muchas están incluidas en la lista de patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, y que son muy características de las principales ciudades.
Respecto a lo que hemos visitado, estas son mis impresiones:
- Bruselas. No tiene gran cosa que ver, exceptuando la fantástica Grand Place, dicen que la más bella de las plazas de Europa y tal vez del mundo. Sus edificios son magníficos, ninguno desmerece al anterior, y está siempre llena de gente mirando para arriba y haciendo fotos maravillada.
El Manneken pis ya sabía que era una pequeña estatuilla sin ningun valor, y además en una calle sin interés alguno, pude comprobarlo personalmente, pero había que ir a verlo. las callejuelas de alrededor no son nada del otro mundo, muchas tiendas de recuerdos y camisetas, chocolaterís y restaurantes.
En las afueras, al norte de la ciudad se encuentra el Atomium, rodeado de zonas verdes y de los edificios de la Expo de Bruselas, entre ellos el Palacio del Centenario, donde se realizó el Festival de 1987. Es muy interesante subir hasta la última de la bolas, y ver las exposiciones y la historia del monumento.
Cerca se encuentra el palacio real, que no puede visitarse, y como ya digo, mucha zona verda para pasear.
- Brujas. Una maravilla, una pequeña ciudad con un aire medieval asombroso, surcada por canales y con edificios bellísimos. Muchas tiendas de recuerdos también, paseos en barca por los canales, coches de caballos para quien no le guste el agua, un impresionante beffroi desde el cual se obtiene una fantástica vista de la ciudad y un ambiente que te transporta a otras épocas.
- Amberes. Es la segunda mayor ciudad del país, y como tal no tiene el encanto de una localidad más pequeña; tiene un barrio judío, donde se concentran las famosas joyerías con unos diamantes que parecen pedruscos a precios exorbitados.
La Grotte Mark no es tan espectacular como la de otras ciudades, pero tiene esos edificios de arquitectura tan típicamente flamenca y como curiosidad, el primer rascacielos de Europa, un edificio de 1930 y 30 plantas.
- Gante. Otra ciudad preciosa, también como Brujas con canales y edificios espectaculares, pero muy diferente. Gante tiene el castillo de los duques de Flandes, hoy museo, muy restaurado pero igualito a los que vemos en las películas ambientadas en la Edad Media, su respectivo campanario, una espectacular catedral y varias iglesias y edificios medievales muy interesantes. En Gante nos encontramos con la mayor concentración de españoles en todo el viaje, parecía que fuéramos a invadirlos otra vez y ya solo faltaba la duquesa de Alba recorriendo los dominios de su antepasado.
- Mons. Otra ciudad muy bonita, con la gótica colegiata de Santa Waudru como estrella principal. En su Grand Place, aparte de la preceptiva atalaya, en la fachada del ayuntamiento observamos la famosa mona en hierro forjado, del siglo XV, y que dicen trae suerte tocarle la cabeza. No hace falta decir que los cuatro la tocamos con fruición.
- Namur. La único destacable es su ciudadela, situada en un promontorio a orillas del Mosa, y desde la cual se obtienen unas bonitas vistas. Por lo demás, Namur nos decepcionó bastante.
- Lovaina. Es bastante bonita, pero destaca sobre todo su bellísimo ayuntamiento gótico, uno de los edificios más impresionantes que he visto en mi vida. La colegiata de San Pedro, muy interesante también y varias calles peatonales, que desmbocan todas en su plaza principal.
- Malinas. También tiene una magnífica Grotte Markt, con un no menos impresionante ayuntamiento y hermosos edificios de arquitectura flamenca, ese gótico brabantino tan peculiar y característico. En esta ciudad tienen mucha tradición los carillones, grandes mecanismos que emiten música desde los campanarios, y que suena initerrumpidamente oyéndose por toda la ciudad y creando un ambiente mágico.
Bélgica tiene algunos parque naturales, con bosques, lagos, ríos, canales y una naturaleza bastante intacta, a pesar de ser un país muy urbanizado y poblado, y que no carecen de interés, como contraste a las ciudades. Las zonas rurales también tienen su atractivo, el paisaje es bastante bucólico, con rebaños de ovejas y vacas por aquí y por allá. Una buena opción es recorrer el país en bicicleta, no está tan preparado como Holanda, pero hay muchos caminos para bicis y se ve a mucha gente pedaleando, por las ciudades y por las carreteras secundarias.
Me dejo muchas cosas en el tintero, pero espero que mi experiencia sirva de ayuda a quien esté pensando en ir a este pequeño y sorprendente país.