Acabo de enviar mis votos. Creo que es la mejor edición en la historia de este concurso
Cualquiera de mis primeros cuatro lugares se habría llevado mi top 1 en la mayoría de las ediciones.
El arte del camuflaje.
Miles de cebras pastaban en la llanura.
Las rayas de las cebras les ayudan a ocultarse entre las líneas verticales del pasto y los árboles, y las ocultan de los jaguares y los leones y las hienas.
Pero ya casi no quedan jaguares ni leones, y ni siquiera hienas. Miré mi calendario. Dos días para que terminara la veda y llegaran los auténticos depredadores.
Tomé el primer balde de pintura y la primera caja.
Los siguientes dos días me dediqué a llamar a las cebras, una por una, y pintarlas completamente de blanco, negro o gris. Y como toque final, tomaba un par de cuernos de plástico de la caja y los pegaba en su frente.
Terminé justo a tiempo. Desde mi escondite, sonreí al ver el desánimo de los primeros cazadores que llegaron.
Miles de cabras pastaban en la llanura.
Estampas
Miles de cebras pastaban en la llanura.
Las imágenes de la Smart-TV se sucedían impresionantes pero Lucía, absorta, no prestaba atención.
Pensaba en Pablo. No podía creer que lo engañó por ocho meses. Nadie creería que fue con Luis, su mejor amigo.
Dos cimarrones chocaban sus cuernos.
No podía creer que el jueves, espió su WhatsApp, y leyó que la presumía como la mujer más virtuosa.
Incrédula notó que recién había bloqueado a Luis solo por insinuar que ella podría no ser fiel.
No asimilaba que Pablo muriera en ese accidente el domingo cuando ella pensaba confesar todo el lunes. Vaya pasada del destino.
Un águila se lanza sobre una serpiente, infructuosamente.
Sonó su móvil. Era su abogado.
Lucía era beneficiaria del seguro de vida de Pablo. Recibiría cincuenta mil Euros.
No podía sentirse mujer más baja en el mundo.
Una mariposa emprende majestuoso vuelo.
Se apaga el televisor.
LA AVARICIA DE BJÖRKMAN
Miles de cebras pastaban en la llanura, la misma en la que Benjamin grabó su postal, Björkman fue allí para pensar como acabar con los representantes de los seis primeros paises en la clasificación y así la victoria sería para Suecia.
A Mikolas le puso una trampa, le pidió hacer un mortal y acabó hundiéndose en un hoyo, a Ermal y Fabrizio los llevó a donde grabaron su postal y con esas sábanas los ató, a Michael lo enganchó a una valla de alambre a través de sus rizos, a Cesar lo tiró del elevador del Altice, fué a casa de Eleni, la encerró y prendió fue-go y a Netta la metió en un corral con 1000 gallinas.
Cedieron el premio a Suecia debido a la desaparición de los concursantes anteriores y cuando iba a recogerlo allí aparecieron y con fue-go, gallinas, sábanas y saltos mortales encima suya lo liquidaron.
L'art et la nature
Miles de cebras pastaban en la llanura. Parecían tranquilas, ajenas a lo que les deparaba el destino. Pierre las observaba con emoción contenida. Cuadrúpedos a rayas… ¿Qué rareza de la naturaleza era aquélla? Sin duda otros las apreciarían más que él. Porque nunca le gustaron los animales, salvo aquéllos que saboreaba con cuchillo y tenedor.
Venid conmigo. Vamos a hacer un viaje- susurraba mientras las atraía con arte de hipnotizador. Y las cebras, obedientes, se fueron con Pierre sin rechistar.
A la mañana siguiente, ya a kilómetros de allí, nuestro amigo degustaba un croissant en el hotel mientras miraba su foto en el periódico.
Pierre Dupont, mayordomo de la baronesa Anne Fleury, principal sospechoso del robo de “L’art et la nature”, cuadro valorado en 20 millones de francos.
—¿Desea algo más, Monsieur...?
Monsieur. Sonaba bien.
Pierre levantó la vista hacia el camarero.
—Dubois, Monsieur Dubois —contestó mientras doblaba el periódico.
La rueda que no cesa
Miles de cebras pastaban en la llanura castellana, mientras gacelas correteaban despreocupadas por los parques urbanos de todas las grandes ciudades de Europa y Norteamérica. Es el año 2077 y Dios hace cuatro años que se manifestó, para sorpresa de una sociedad predominantemente atea, revelándose además como un animalista convencido. Despojó al 99 por ciento de la población humana de sus pertenencias, incluidas sus propias prendas de vestir, y los confinó en el Sáhara, la sabana africana y la Antártida. Ahora el hombre serviría de alimento de osos polares, leones y chacales, sustituyendo a las tradicionales especies herbívoras. Sólo el 1 por ciento de hombres y mujeres integrantes de las tribus indígenas fueron indultados, con la esperanza de que en el futuro volvieran a construir una sociedad sostenible para todos los seres vivos.
Año 2119: El hombre vuelve a descubrir la rueda. Dios vuelve a temblar.
Reconquista
Miles de cebras pastaban en la llanura antártica. Los hielos se habían retirado décadas atrás dejando al descubierto un manto verde rico en pastos. Los humanos supervivientes habían ocupado el continente, huyendo de las áridas tierras septentrionales, pero el Gobierno Global había decretado que todas las tierras interiores se reservasen para las pocas especies que aún quedaban en el planeta. Sin autorización del Ministerio de Supervivencia, nadie podía adentrarse a más de 10 kilómetros de la costa. Sería abatido de inmediato por francotiradores que aseguraban todo el perímetro. Sin embargo, no existía ninguna prohibición para hacer el camino contrario. Las cebras huyeron en estampida cuando hicimos volar la trampilla situada justo en el antiguo polo sur geográfico, junto a la mítica y por entonces anacrónica bandera noruega de Amundsen. Fue el inicio de la Reconquista de la Tierra después de milenios aguardando en sus entrañas a que llegara nuestro momento.
Un nuevo comienzo
Miles de cebras pastaban en la llanura mientras manadas de antílopes y otros herbívoros bebían en una charca. El Sol se escondía tras el horizonte pintando el cielo de un color rojo anaranjado. Un par de jirafas recortaban su silueta contra el disco dorado. De todos los ecosistemas creados en la terraformación de Marte, éste era el favorito de la Doctora Wu. El color rojizo de las rocas, la sequedad del ambiente, el aislamiento... casí podía imaginarse en la Tierra primitiva. Sólo los destellos del Sol en la gran cúpula de vidrio rompían la idílica sensación. El proyecto MARSLIFE había construido ya varias islas habitables en Marte esperando recibir a los colonos terrícolas. El virus que ella misma diseñó en el laboratorio ya casi había extinguido al 90% de la población y pronto el 10% seleccionado migraría a Marte. La Tierra moría, pero lo más resistente de la humanidad viviría.