House of Cards es un thriller político ambientado en la actualidad y en el que vemos los entresijos de la alta política americana, con sus traiciones, filtraciones, apoyos por intereses… Una gran serie dirigida por David Fincher (La Red Social, Se7en, Fight Club) y protagonizada por Kevin Spacey y Robin Wright.
La serie nos sitúa en Washington a principios de 2013. El Partido Demócrata ha ganado las elecciones presidenciales y Francis Underwood (Kevin Spacey), que se define como el fontanero del partido, espera la nominación a Secretario de Estado. Cuando esto no sucede decide idear un plan de venganza (política) “como se come una ballena, mordisco a mordisco”. Francis no está solo en esta empresa, tiene a su lado a su esposa, Claire (Robin Wright), que en el primer capítulo aparece a su lado y pendiente de lo que pasa, pero más adelante vemos que forma parte de la “cabeza pensante” del plan. Además ella tiene sus propios negocios que tendrán (espero) cierto interés en la trama futura.
Para llevar a cabo su venganza, Francis necesita un equipo que no pregunte y esté dispuesto a mancharse las manos, para esto cuenta con su asesor, un congresista con “algunos” vicios y una periodista novata (Kate Mara) dispuesta a publicar todo lo que le digan. Todo sea por el éxito.
La producción general de “House of Cards” está muy cuidada, con una temática similar a “Boss” y con un aire a “El Ala Oeste de la Casa Blanca“, con personajes continuamente en movimiento y sin para de hablar, aunque con un rasgo diferenciador: Francis, el protagonista, es el que va contando la historia, de forma que continuamente se dirige a cámara interpelando al espectador y adelantándose (o explicando) los hechos.
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Es un poco complicada de seguir, entre tanto personaje, tanto diálogo y tanto movimiento pero la verdad es que merece la pena. Además el protagonista rompe la lo tradicional y nos habla directamente a nosotros cosa que me ha gustado mucho.
