Enrico Caruso nació en Nápoles en 1873, y fue el más famoso tenor en los años 20, cuando las incipientes grabaciones en discos de pizarra de 78 rpm empezaban a ser populares; eso permitió que su voz llegara a millones de personas, sin necesidad de ir a óperas y teatros a escucharle en persona.
Su depurada técnica influye a los tenores incluso actualmente, y actuó en los mejores auditorios del mundo, como el Metropolitan de Nueva York, la Scala a de Milán o el Covent Garden de Londres. La venta de millones de discos le convirtieron en un hombre rico, al cual le gustaba la buena mesa, la diversión y las mujeres. Se casó con la hija de un acaudalado abogado de Nueva York, ciudad a la que se trasladó definitivamente en 1905.
En 1921, con solo 48 años, moría en su ciudad natal, a causa de una pleuresía.
Entre las numerosas grabaciones de Caruso (más de 200), se incluye la popular canción napolitana “’O sole mio”, compuesta en 1898 e interpretada por innumerables tenores, barítonos y artistas de pop y rock; la lista es interminable: Mario Lanza, Mario del Monaco, Alfredo Kraus, Plácido Domingo, Josep Carreras, Pavarotti, Elvis Presley, Al Bano…
Giovanni Capurro, poeta napolitano, escribió una poesía que hablaba del sol napolitano y del amor; en aquella época, finales del XIX, esos poemas se vendían en las calles. Un editor compró los derechos, y unos pocos años más tarde, Eduardo de Capua compuso la música, resultando de ellos una de las canciones más conocidas del mundo, tanto que en los JJOO de Tokyo’64, en lugar del himno italiano, sonaba “’O sole mio”. Los turistas que van a Venecia le piden a los gondoleros que la canten, pero a las autoridades venecianas no les gusta demasiado, cosas de rivalidades entre ciudades.
El sonido no es muy bueno, pero es la grabación original de 1916.