Este artículo, publicado en El Pais en 2006, me parece bastante claro
http://www.elpais.com/articulo/portada/ ... spor_6/Tes"A Amaia Montero el cuerpo le pide nicotina. Quiere salir del Museo de Arte Reina Sofía para fumarse un cigarro. Nerviosa, le suelta su minúsculo bolso de Louis Vuitton a Pablo Benegas. El guitarrista de La Oreja de Van Gogh (LODVG) se queja, refunfuña, y ella le riñe: “¿No me puedes ni aguantar el bolso? Si empezamos ya con esa actitud…”. Como salida de ninguna parte, otra pregunta le cae a la cantante: “Ese Vuitton está hecho en Hong Kong, ¿no?”. “Todos mis Vuitton son verdaderos, ¿qué te piensas?”, responde medio ofendida Amaia mientras camina por el pasillo del centro de arte hacia la salida.
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La cantante posee cierta incontinencia verbal. “Lo menos inteligente que he hecho en mi vida ha sido irme a vivir sola”, exclama sin explicar el sentido de la frase, como echando de menos su juventud y el cuidado de sus progenitores. Suena el teléfono móvil de Xabi y son sus padres. Amaia dice: “¿Verdad, Xabi, que a mí es a la que más quieren tus padres?”. Pablo escucha; es el más callado, como para no descubrirse, para no dar pistas; sólo habla –y mucho– cuando se le pregunta sobre el último disco. Entonces se dispara. Pero él jamás dejaría entrever que tiene una sola carencia afectiva, como se lee entre líneas cuando se expresa Amaia.
En la radio de la furgoneta suena Roxanne, el superhit de Police de 1978. Una de las canciones más versionadas de la historia del pop. “Qué mítica es esta canción, es un temón”, dice Amaia. San Martín, sin quitar ojo de la pantalla de cristal líquido de su videoconsola, se muestra contrario: “Pues a mí no me gusta”. “Cuando tocó en Bilbao, Sting estaba guapísimo, me encantó”, le responde Amaia. De la parte trasera de la furgoneta llegan efluvios de marihuana… Uno de los tres chicos se está preparando un porrito. Lo hace discretamente, sólo puede verle el pasajero que viaja sentado a su lado, pero el olor es inconfundible.
La furgoneta aparca en Fuencarral. Se bajan y la suerte quiere que la cantante se encuentre de bruces en la puerta de una tienda de Fun and Basics. “Los dueños son amigos míos”, dice. Y sin pensarlo más se mete en el establecimiento. Mientras, los chicos se dejan fotografiar entre graffitis y modernos en el centro de Madrid. Un cuarto de hora después, Amaia sale de la tienda con cuatro bolsos y tres pares de calcetines. Ante la mirada de pocos amigos de Pablo, la cantante se explica divertida: “¿No se trataba de que fuéramos de compras…? Pues yo voy de compras”.
El grupo comienza a brujulear por el mercado de Fuencarral. Haritz se ha comprado una camiseta del Naranjito, la mascota del Mundial de fútbol organizado en España en 1982; Álvaro, el bajista, se ha decantado por una con el logotipo de Black Belt Jones, la mítica película de artes marciales de mitad de los años setenta. Pura tendencia retro que a Xabi, el filósofo del grupo, le lleva a la siguiente reflexión: “Cuando nosotros éramos pequeños, ¿la gente de 30 se compraba camisetas de Colombo? Somos unos nostálgicos, pensamos que cualquier tiempo pasado fue mejor”. Entonces comienza una charla, como de aperitivo, en la que los chicos se preguntan si en la música se está viviendo una vuelta atrás, al punk, al rock y al pop de los ochenta. Saben de lo que hablan. Sin embargo, en la semana en la que Arctic Monkeys, el grupo revelación de la temporada, está a la cabeza de las listas británicas, los miembros de LODVG ni siquiera han oído hablar de ellos.
Amaia vuelve a aparecer cargada con más bolsas. Se acaba de comprar un vestido, un chaleco y una camisa en la tienda Tanburi y Hereza de la calle de Fuencarral. Cada minuto que pasa se hace más claro que Amaia Montero es independiente. Sí, son amigos, pero ya no se deben la pleitesía típica de la edad del pavo. Ahora la individualidad está por encima del grupo. Incluso ellos hablan, en broma, de la palabra divorcio para explicar que ya no comparten las habitaciones de los hoteles. “No pude más el día que me desperté y me encontré a Xabi mirándome mientras dormía”, explica Pablo.
El hambre ya hace mella en los estómagos de La Oreja. De nuevo a la furgoneta. Destino: el restaurante Dassa-Bassa, propiedad del nuevo cocinero televisivo Darío Barrio, que participa en Todos contra el chef, emitido por Cuatro. Ha sido Amaia la que ha elegido el local. “Moderno y se come bien”, dice.
Como si fueran los platos de un menú degustación, comienzan las explicaciones más promocionales, las que corresponden a varias de las canciones de su nuevo disco. Muñeca de trapo lleva varias semanas sonando en las radios. Es el primer single de Guapa. Pero, tras la primera degustación, parece que el tema elegido no es el más comercial ni el más adecuado para ser el primer sencillo del disco. La canción resulta demasiado oscura y atormentada como para convertirse en uno de los éxitos que LODVG sabe colocar tan bien en las radiofórmulas.
“Puede ser cierto que no se trate de un tema que se consuma así de primeras, pero en esto también hemos crecido respecto a nuestro anterior elepé”, asegura Pablo Benegas. “Hay que escucharlo cuatro o cinco veces, y creo que entonces es de los que se quedan para siempre. Ahora nos preocupa que la música nos guste. Llevamos 10 años en esto y sería patético volver otra vez a discos anteriores”, concluye. En Guapa aparece la temática de siempre de LODVG: canciones de amor y desamor, pero también han entrado otras historias que tienen que ver con la cocaína, los cuernos, la inmigración… Y todo envuelto en unos arreglos con pretensiones de sonar más guitarreros y atrevidos. Hay sonidos reggae, pop oscuro y hasta se lanzan con una ranchera. “El grupo está vivo musicalmente”, dice Benegas. “Hemos hecho el disco con toda la honestidad posible, y para nosotros el éxito de Guapa será que la gente descubra el disco. Puede que no guste, que se venda menos, pero ¿y qué?”.
Amaia abandona la mesa y a sus compañeros antes de que la comida haya terminado. Ella se quedará en Madrid un día más. El resto viajará a San Sebastián esa misma tarde. Xabi, que le tiene terror a volar, ya está preparado para tomar su dosis de tranquilizantes con coñá."
"Es cómodo hablar con los que te siguen la corriente: te reafirmas en tus ideas, te sientes parte de un grupo, protegido, frente al resto de locos que se equivocan. Dialogar con personas que te llevan la contraria es mucho más interesante” (Álex de la Iglesia)