Ficha técnica de la canción.Facebook de DoReDosCuando Salvador Sobral ganó en 2017, soltó una parrafada sobre cómo la música que de verdad importa está hecha de sentimientos y de emociones y no tiene fuegos artificiales y tal.
Y Moldova se rió en su cara.
Porque Moldova, mejor que ningún país, sabe que los fuegos artificiales bien usados son la especia perfecta para darle sabor al guiso de una propuesta eurovisiva. Desde su debut en 2005 con una abuela tocando el tambor, Moldova ha sabido integrar elementos extramusicales en sus propuestas de una forma única e inconfundible, dando lugar a algo que Eurovisión no sabía que necesitaba hasta que llegó:
la moldovada.
Una moldovada es como un cólico menstrual: No es posible describírsela a alguien que no la haya experimentado, pero si ya has pasado por una sabes reconocerla perfectamente cuando llega.
Esto es una moldovada:
Esto es una moldovada:
(El hecho de que alguien haya añadido una rana y no me haya dado cuenta no es un bug, es una feature)
Esto es la mayor moldovada de la historia:
Y esto es un mojón:
Un punto central de las moldovadas es que se toman en serio el festival, pero no a sí mismas. Pasha, Aliona, Zdob, todos ellos tienen un concepto claro y bien pensado y a su manera son puestas en escena tan trabajadas como las que traen Ucrania, Suecia o Azerbaiyán, en las que todo está perfectamente medido para transmitir el efecto que busca transmitir Moldova. Esa es la diferencia, diría yo, entre una moldovada y una bufonada (como Pokusaj).
Y para restregárselo en la cara a Salvador Sobral, normalmente funciona. Moldova ha pasado a la final en diez de sus catorce participaciones, y en sus diez finales ha quedado tres veces en el top 10 y sólo dos fuera del top 15. Una de las razones de esto, en mi opinión, es el hecho de que Moldova conserva el espíritu de sus participaciones, pero no la fórmula. Las moldovadas siempre son frescas y siempre son entretenidas, particularmente en un concurso que desde que llegaron los jurados se ha vuelto demasiado respetable.
En 2017 se colaron por primera vez en su historia en el top 3, quedando terceros en el televoto y octavos en los jurados, con una mamarrachada desenfadada llena de trompeteos. Y por supuesto, si algo funciona, hay que hacerlo más: En 2018 nos trajeron otra mamarrachada desenfadada llena de trompeteos.
Hablando un poco de la banda, es un trío compuesto por Eugeniu Andranov, Sergiu Mita y Marina Djundyet, los tres originarios de Ribnita, Transnistria. En 2015 y 2016 participaron en la pre moldava, y en 2017 fueron de los ganadores del festival New Wave. Para su nuevo intento eurovisivo, decidieron ir de la mano de Philip Kirkorov, la segunda madrastra mala de Eurovisión (la primera, por supuesto, es Bjorkman), que compuso My Lucky Day junto con el escocés John Ballard.
Nunca he entendido de que trata esta canción, y sinceramente no me importa. Lo que importa es que los tíos se la pasan bomba cantándola y consiguen que uno se la pase bomba. Sin embargo, sé que bastante gente va a estar en desacuerdo conmigo, porque la recepción que tuvo cuando se anunció como la propuesta moldava para este año fue un tanto mixta. Muchos la amamos por ser una mamarrachada desenfadada llena de trompeteos, y muchos la odiaron por ser exactamente eso. Lo que sí es cierto es que no dejó a nadie indiferente.
Básicamente, si a alguien no le gusta este tema yo voy a dar por hecho que no les gusta disfrutar de la vida.
Fueron de los pocos participantes en ir a las prepartys de
Riga y
Moscú. En Moscú presentaron su misma coreografía con espejos móviles y tres bailarines, mientras que en Riga presentaron una versión mucho más simple
básicamente porque Riga fue tan cutre que ni siquiera cabían los espejos.. También, como casi todos los participantes, fueron a
Amsterdam,
Tel Aviv y
Madrid.No estoy seguro, pero diría que fueron los únicos concursantes que fueron a todas las prepartys este año.
Mientras Eugeniu, Sergiu y Marina se portaban bien promocionándose con los fans, la mano negra de Kirkorov estaba ocupada reclutando a algunos de los grandes nombres de la realeza eurovisiva para darle forma al acto. Para la escenografía llamó a Fokas Evangelinos, a quien le debemos las escenografías de Ani Lorak, Sergey Lazarev y Farid Mammadov por mencionar sólo tres; y para la parte vocal llamó a Alex Panayi, que fue el director vocal de Anna Vissi, Elena Paparizou, Sakis y de nuevo Farid Mammadov.
Aquí un video de sus ensayos:
Si alguien nota algo raro... es que Fokas tuvo la maravillosa idea de traer de coristas a los suecos Sara Lillarsson y Erik Hoiby y el ruso (bueno, creo que es ruso) Konstantin Vecherskiy, porque quién no quiere un corista más alto y más guapo para hacerle sombra.
Y por último, desvelaron la puesta en escena:
Si se me permite opinar, esta puesta en escena es ex-tra-or-di-na-ria. En primer lugar, no es algo completamente nuevo, es una reinterpretación de la coreografía de la final nacional. Muchos elementos fueron conservados y simplemente adaptados a la nueva idea de las paredes en lugar de los espejos, que yo diría que es más difícil que crear algo desde cero.
En segundo lugar, cuenta una historia. Independientemente de la canción, la puesta en escena transmite la tensión de comedia romántica entre la mujer y los dos hombres, el tira y afloja, las sorpresas al encontrar algo inesperado...
Y en tercer lugar, es increíblemente compleja. Tenemos un total de nueve puertas que pueden abrirse individualmente o combinadas, un cambio de vestuario porque Hoiby bailó la primera mitad de la canción con tacones, y seis personas que deben coordinarse para abrir y cerrar puertas, aparecer y desaparecer en el momento preciso, subir y bajar escaleras, bailar algunas partes a ciegas coordinándose con gente a la que no ven... y todo eso cantando sus partes sin perder una nota.
Aquí se ve lo que hace falta para llegar a ese resultado:
¿Recuerdan lo que dijimos sobre tomarse en serio al festival? Pocos países se han atrevido a intentar algo al nivel que hizo Moldova este año, y menos han conseguido ejecutarlo tan a la perfección. No hubo un solo error en la que probablemente es la puesta en escena más compleja en la historia del concurso.
Y rindió. DoReDos pasaron su semifinal en tercer lugar detrás de Suecia y Noruega, y en la final quedaron décimos, con un octavo puesto del televoto y décimo del jurado.
Hay muchas cosas que me gustan de esta candidatura. En primer lugar Sergiu, Erik y Konstantin. En segundo lugar, la puesta en escena y lo maravillosamente bien que quedó. En tercer lugar, que demuestra que los fuegos artificiales siguen siendo relevantes en el concurso. Y por último, que todas las cosas anteriores encajan a la perfección unas con otras.
Pero sobre todo, que es una candidatura muy bien trabajada y bien hecha pero a pesar de eso es una pachangada mamarracha con trompeteo, comedia y buen humor, que busca arrancar una sonrisa a la gente sin reírse de ellos. Para mí eso es el espíritu del festival, y me encanta que hayan quedado tan alto.
Y espero que Moldova siga mandando moldovadas y quedando bien con ellas durante todo el tiempo que sea posible. Porque para mí, music is fireworks.